NUEVA ENCRUCIJADA DEL OLIVAR DE JAÉN (Artículo de opinión de Luis Carlos Valero)

Tras la aprobación de la nueva PAC, el olivar de Jaén, más que nunca, se encuentra en la encrucijada de tener que apostar por la modernidad y la competividad o por seguir como hasta ahora, languideciendo y muriéndose poco a poco como lo está haciendo en la actualidad. Son muchas las voces que pretenden que los olivareros de Jaén sigamos, al igual que Prometeo encadenado, encadenados a los viejos troncones de nuestros olivos.
Esta estructura que cuando la ayuda estaba ligada a la producción funcionó perfectamente, en los últimos años, al desvincularse la ayuda de los frutos, nos está dando quebraderos de cabeza. Al perderse el estímulo de la producción, la cosecha cada vez tiene menos importancia en nuestros ingresos, cifrando cada vez más nuestros beneficios en el nivel de subvenciones que recibimos. Hoy, prácticamente, los beneficios por cosecha en nuestra explotación son casi nulos, por los precios bajos que hay en el mercado (1,95 euros de media en los últimos cinco años frente a las 2,20-2,40 euros que fija el Ministerio como umbral de rentabilidad para nuestras producciones). Desgraciadamente, este nivel de precios es más que previsible que se mantenga, ya que las nuevas plantaciones están diseñadas para poder ofrecer al mercado aceite de oliva a los precios actuales y ganarle dinero al producto.
Por el contrario, nuestro olivar, el de siempre, por la falta de poder mecanizarse, especialmente en la recolección y a duras penas y con suerte en la mayoría de los casos, no deja margen de beneficio ninguno por la cosecha.
El sistema económico que ha mantenido a nuestros pueblos vivos (aceite-subvención al olivar-trabajo-fondos de desempleo rural) está cuestionado, al sufrir los dos primeros pilares una disminución cuantitativa especialmente vía precio. Sería más que deseable que por parte de las administraciones, especialmente por la Junta de Andalucía, se empezase a tomar en serio la necesidad de apostar claramente por la modernidad y el futuro, para lo cual debería establecer un plan para la reconversión productiva de nuestro olivar. Con ayudas a fondo perdido que garanticen la supervivencia del olivarero mientras realiza el tránsito de olivar tradicional (de difícil mecanización) al olivar mecanizable (más competitivo), a los efectos de que nuestra provincia y nuestro olivar siga teniendo futuro en el contexto internacional.
Es incuestionable que haría falta un montante significativo de dinero para este fin. Tras la nueva PAC y en los presupuestos destinados para desarrollo rural (periodo 2014-2020), lo hay. Especialmente al no estar contingentado de una forma exhaustiva para cada comunidad autónoma, ya que en el nuevo marco comunitario, si una comunidad autónoma no es capaz de gastar lo adjudicado para dicho fin, será otra comunidad la que podrá gastar este dinero si tiene suficientes proyectos para ejecutar, aunque ya se está hablando de alargar el periodo para ejecutar dichos proyectos. Por lo tanto, la decisión será totalmente política si lo que se quiere es apostar por un sistema que está seriamente comprometido para el futuro o por el contrario se toma una decisión valiente que nos coloque en el lugar que debemos tener como primer productor mundial de aceite oliva (a precios competitivos).
Con los precios que hay en la actualidad, los mercados serán capaces de absorber la temida sobreproducción, como estamos viendo especialmente por el gran incremento de consumo que se está produciendo, sobre todo en las exportaciones. De este modo, seríamos competitivos en el gran mercado mundial de las grasas de origen vegetal, aunque se produzcan en cultivos industriales, subiendo de una forma muy ostensible el porcentaje que actualmente ocupa el aceite de oliva en este mercado.
Esto sería romper la cadena que como a Prometeo lo sujetaba para que las aves de rapiña todos los días le pudieran comer las entrañas, que es lo que está pasando en la actualidad con los olivareros. Gracias que las subvenciones nos mantienen vivos para que las aves de rapiña puedan seguir viviendo de nuestro producto. A nadie le interesa salvo a nosotros mismos que pudiésemos vivir y ganar dinero con la aceituna.
El entramado político económico que hay alrededor del olivar seguirá dando sus frutos sin lugar a dudas, no hay problema, hay para todos, inclusive para el olivarero las migajas de las subvenciones, cada vez más escasas. Y siempre con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas por la posible aparición de la famosa tasa plana, después de haber conseguido una prórroga hasta el 2020 de esta muerte súbita que nos tenía preparada la Unión Europea. De todas formas, si no somos capaces de cambiar la proporción de nuestros beneficios abaratando costos y produciendo más y mejor, con el tiempo, quedarán menos explotaciones que dejen algo de dinero, por lo que sería imprescindible que especialmente los fondos dedicados a la incorporación de jóvenes agricultores tuviesen una dotación extraordinaria para aquellos que apuesten por el futuro, reconvirtiendo su olivar. Al igual que para el resto de olivareros que, a través de los planes de modernización de las explotaciones agrarias, quieran comprometerse a realizar un plan de reconversión en sus olivares tradicionales.
El nuevo éxodo ya ha empezado en nuestra provincia, el año pasado perdimos casi 6.500 personas y en los dos últimos años más de 11.000 personas en edad de trabajar han dejado la provincia, la inmensa mayoría por cambio de residencia fuera de nuestras fronteras. En la década de los 60 a los 70 del siglo pasado, donde hubo que arrancar más de 300.000 hectáreas de olivares en Andalucía por falta de rentabilidad del aceite, felizmente repuestas en la actualidad con creces, la emigración a otros países y a otras regiones fue la alternativa a esta situación y aun no nos hemos recuperado de este drama que sufrió nuestra población. Sería muy loable que por parte de TODOS nos pongamos a trabajar en la misma dirección y ganemos un futuro para nosotros mismos y nuestros hijos.
 

Luis Carlos Valero Quijano

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