En los últimso días se han recogido de media 50 litros de agua por metro cuadrado en los diferentes municipios de la provincia, una cantidad superior en las sierras y algo infoerior en la capital y alredores. El agua de estos días de noviembre viene algo tardía, pero ya ha servido para equilibrar el déficit que arrastraba el año hidrológico.
A nuestro cultivo por antonomasia, el olivar, le beneficia doblemente. Por un lado, y teniendo en cuenta que las temperaturas aún son suaves, contribuye a finalizar la maduración del fruto, lo que se traducirá en una mayor cantidad de aceite. Esto sucederá principalmente en las zonas en las que el fruto no ha madurado aún y la cosecha va con retraso. A los árboles que ya están en plena maduración de poco les servirá el agua actual en su proceso de lipogénesis, como es el caso de muchos secanos.
Pero el agua, además de para esta campaña, es excelente para la próxima. El árbol ha sufrido un importante estrés hídrico tras los meses de sequía, por lo que estas lluvias le harán recuperarse y prepararse, si no hay otras incidencias meteorológicas que lo impidan, para la futura floración, que tendrá lugar en primavera.
